El logro de la igualdad de género requiere la participación de mujeres y hombres, niñas y niños.
Es responsabilidad de todos. Ban Ki-moon
Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el fin de sensibilizar a los Estados y la sociedad civil en relación a la problemática que esta representa de conformidad con la Resolución A/RES/54/134 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La violencia contra las mujeres es un fenómeno social complejo, multicausal, que está marcado por relaciones de poder, situaciones estructurales de machismo y el patriarcado; desigualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; y la manifestación de múltiples formas de violencia en lo público, privado y en los círculos afectivos cercanos.
La violencia se puede manifestar de distintas formas, no solamente la física que atenta contra la integridad corporal de las personas, sino también la violencia sicológica o verbal, sexual, patrimonial, simbólica, e incluso aquella intergeneracional que se transmite entre generaciones con la reproducción de actitudes, normalizadas y marcadas por un círculo de violencia.
Esta violencia se encarna mucho más cuando hablamos de Mujeres Indígenas, Mujeres Afrodescendientes, Mujeres Lesbianas, Mujeres Trans, Mujeres Privadas de Libertad, Mujeres viviendo con VIH-Sida, Mujeres Migrantes, Mujeres Adultas mayores entre otras que se encuentran en doble situación de vulnerabilidad, ya que el sistema de violencia patriarcal es transversal a las diferentes situaciones en las que se encuentran las mujeres.
En Ecuador, de acuerdo al INEC[1] en la Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres del 2011, se determinó que 6 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia de género a nivel nacional, que 1 de cada 4 mujeres ha sido víctima de violencia sexual, sin embargo, la violencia psicológica es la forma más recurrente.
En respuesta a esto, se torna necesario reflexionar sobre la importancia de la igualdad de género y la no violencia, entendida desde la concepción de que las mujeres son iguales en el ejercicio de sus derechos y obligaciones, lo que a su vez implica la deconstrucción social de las preconcepciones, ideales y roles preestablecidos y esto a su vez permita romper los círculos de la violencia; desnaturalizar la idea de que la violencia es algo cotidiano y normal, y concebir una mayor participación activa y equitativa en la toma de decisiones en los ámbitos público, privado y familiar, así como el respeto a la auto-determinación.
Romper los círculos de la violencia significa mirar a esta problemática de manera integral; es decir, requiere una intervención interinstitucional y multidisciplinaria, que convoque a los diversos actores estatales, de la sociedad civil, empresas, espacios educativos y familias a sensibilizarse sobre la violencia contra las mujeres y contribuir a la construcción de nuevos espacios de convivencia social, tomando en consideración a la igualdad y no discriminación como principio rector de las relaciones sociales.
Con este antecedente, la Defensoría del Pueblo, como Institución Nacional de Derechos Humanos, hace un llamado a todas las personas, a ser defensoras y defensores del cambio, para la construcción de una sociedad más justa y equitativa, promoviendo el ejercicio pleno de los derechos sin discriminación alguna, y motivando, a través de la formación ciudadana, una cultura de paz y una sociedad libre de violencia.
Dra. Paulina Murillo
Defensora del Pueblo de Ecuador (e)
[1] http://www.ecuadorencifras.gob.ec/violencia-de-genero/ (última vista: 22 de noviembre de 2016)